Historia de DOS graduaciones / Story of TWO graduations (Mi TBT del siglo pasado)

Hace días, en una conversación por whatsApp, alguien me comentó que no me imaginaba siendo una adolescente, pues ya con casi medio cupón soy tan activa e impetuosa como si tuviera 15 años, y ello me llevó a comenzar a buscar a esa chiquilla entre los recuerdos y las distancias.

Todas mis fotos quedaron en Venezuela, pero ahora corrí con la suerte de tener a alguien viviendo en mi casa, por lo que con tan solo una llamada, logré dar con las fotografías que les comparto, ya que mi madre las dejó en portarretratos dispersos en toda la sala.

Debo aclarar, que sabía cuáles eran las que habían quedado fuera del álbum, pero no me esperaba mi reacción al volverlas a ver, así que cuando llegaron los muchos mensajes que me envió mi primo con estas fotos, se me revolvieron tantos recuerdos, que dije, ya va! ¿Y esta quién es?

En mi vida académica he tenido varias graduaciones, aunque solo he asistido a las primeras dos que son las que muestro acá. Las demás he preferido solo recibir el título en la oficina de secretaría o que me lo enviaran por correo, pues luego de la primera, me resultaban ceremonias aburridas y cansonas.

En la primera, una Márluy con 16 años recién cumplidos, un cupo en la UCAB para estudiar la carrera de sus sueños, tan segura de lo que deseaba para su futuro, pero tan insegura sobre quien era ella misma. Su valor y amor propio, se encontraban en un sobre de esos que se meten en una gaveta y luego no sabes dónde lo guardaste.

Esa niña, que dejó de sonreír para la foto, porque no tenía el conocimiento de lo poderoso que es poder hacerlo. A esa, ¡la desconocí por completo!

Esta otra es mi primera graduación universitaria, con 5 años más a cuestas, pocas horas de sueño y ya con muchas cargas emocionales encima. Para ese entonces, ya trabajaba como asistente de producción en RCTV (Radio Caracas Televisión), abriéndome paso en la profesión y miles de nuevas experiencias, que me llevaron a nuevos horizontes.

Para esa graduación, había determinado no ir, para ahorrarme el dinero que debía invertir, pero fue tal la insistencia de mi madre, quien ponía sobre mis hombros, el orgullo de ser la primera mujer de su familia que recibiera un título, y la infaltable visita de las tías para asistir a la ceremonia, que tocó acceder.

Ese día me convertí en su muñeca, la que siempre quieren tener las madres para vestir, peinar y pintar, pero que pocas veces dejé que lo hiciera, inclusive de niña. Mamá me hizo ese vestido rojo, me llevó todo para la universidad, pues luego de la misa que fue en la mañana, no volví a casa, sino que esperé hasta la tarde que sería la ceremonia.

Fue en uno de los baños del Módulo 1 de la UCAB, donde me cambié, mientras mamá me cepilló el cabello, me maquilló y me dieron mi toga y birrete que le habían prestado para la ocasión.

Ahí tampoco sonreía, y fue solo el chascarrillo del fotógrafo, un hombre gordo y bastante tosco, quien luego de mucho insistir me dijo, imagina que soy Ricky Martin, y logró inmortalizar mi imagen con 21 años sonriendo.

De esta foto queda solo el recuerdo. Papá partió de este plano hace ya 17 años, y al resto de ellos tengo ya 8 años que no los veo. De algunos, aunque somos familia de sangre, decidí divorciarme emocionalmente, y ha sido una buena decisión. Así que tal cual quedó plasmado ese día, también resulta el símbolo de un TBT familiar, para echar el cuento.

Days ago, in a conversation by whatsApp, someone told me that he could not imagine me being a teenager, because with almost half a coupon I am as active and impetuous as if I were 15 years old, and this led me to start looking for that little girl between memories and distances.

All my photos were left in Venezuela, but now I was lucky enough to have someone living in my house, so with just one phone call, I managed to find the photographs that I share with you, since my mother left them in picture frames scattered throughout the living room.

I should clarify that I knew which were the ones that had been left out of the album, but I did not expect my reaction when I saw them again, so when the many messages that my cousin sent me with these photos arrived, so many memories came back to me that I said, I'm going! And who is this one?

In my academic life I have had several graduations, although I have only attended the first two, which are the ones I show here. The others I preferred to just receive the diploma at the secretary's office or have it sent to me by mail, because after the first one, I found them boring and tiresome ceremonies.

In the first one, a Márluy, just 16 years old, a place at UCAB to study the career of her dreams, so sure of what she wanted for her future, but so insecure about who she was. Her courage and self-esteem were in one of those envelopes that you put in a drawer and then you don't know where you put it.

That little girl, who stopped smiling for the photo, because she didn't have the knowledge of how powerful it is to be able to do so. That one, I didn't know her at all!

This other one is my first college graduation, with 5 more years under my belt, few hours of sleep and already with many emotional burdens on top of me. By that time, I was already working as a production assistant at RCTV (Radio Caracas Television), making my way in the profession and thousands of new experiences, which led me to new horizons.

For that graduation, I had determined not to go, to save the money I had to invest, but such was the insistence of my mother, who put on my shoulders, the pride of being the first woman in her family to receive a degree, and the inevitable visit of the aunts to attend the ceremony, that I agreed.

That day I became her doll, the one that mothers always want to have to dress, comb and paint, but that I rarely let her do it, even as a child. Mom made me that red dress, took everything to the university, because after the mass that was in the morning, I did not return home, but waited until the afternoon that would be the ceremony.

It was in one of the bathrooms of Module 1 of the UCAB, where I changed, while my mother brushed my hair, put on my make-up and gave me my gown and cap that she had borrowed for the occasion.

There I was not smiling either, and it was just a joke from the photographer, a fat and rather coarse man, who after much insistence told me, imagine that I am Ricky Martin, and managed to immortalize my image at the age of 21 smiling.

Only the memory of this photo remains. Dad left this plane 17 years ago, and I haven't seen the rest of them for 8 years. Although we are blood relatives, I decided to divorce some of them emotionally, and it has been a good decision. So, just as it was captured that day, it is also the symbol of a family TBT, to tell the story.

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Foto/Photo by: @mamaemigrante
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
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