Un día de pesca (sin peces) en medio de la semana / A day of fishing (without fish) in the middle of the week

Una de las ventajas de vivir cerca del mar, es que no necesitas mucha planificación para disfrutar de él, aunque la gran mayoría de los que están ahí no lo aprovechan. Lo mismo pasa en otras circunstancias, cuando por la cercanía pensamos que siempre podremos ir, y ese momento lo posponemos día a día.

Este es también el caso, de las personas cercanas al balneario de Quilmes, quienes solo lo visitan los fines de semana, abarrotando los espacios entre mantas en la grama, niños que aprovechan las zonas de juego y alguno que otro vendedor ambulante que se acomoda en alguna esquina. Aunque durante la época de verano es otra cosa, ya que es el escape de quienes estando de vacaciones no alcanzan cubrirse un viaje a la costa.

Pero los días de semana, el ritmo del lugar es otro, más tranquilo, con muchas personas mayores apostadas en el muelle y la bahía, armadas con sus cañas, carnadas, algunas llevan una silla cómoda, el termo y galletitas, y las ganas de pasar el rato y disfrutar de la pesca y de la tranquilidad.

Estar ahí es como llegar a un oasis en medio del caos, se respira una tranquilidad deliciosa, sin moverse tan lejos de casa, a tal punto que no es ni siquiera necesario ir a pescar para pasarlo bien.

Muchos de ellos se conocen, por ser visitantes asiduos, e inclusive comparten vivencias, carnadas y por qué no, un buen trozo de pizza cuando ya la tarde cae, puesto que es un lugar que está abierto al público, y en el caso de los que pagan la membresía, quedan en un espacio resguardado, aunque dudo que alguien se atreva a hacerles algo.

Quizás no sea algo elegante, pero honestamente poder estar ahí sin necesidad de consumir nada, dejándole al viento las preocupaciones y los pensamientos erróneos, es un privilegio que no compra un lugar caro. Además, agudizando un poco la visión, podemos ser testigos de las travesuras de los pájaros que andan al acecho, esperando que algún pescador lance los residuos de los peces luego de lavarlos y descamarlos. Acá todo pareciera ser una relación ganar-ganar.

Del lado de la bahía, se apuestan los pescadores más jóvenes y osados, ya que las piedras ubicadas ahí se mueven y son resbaladizas, así que el peligro de caerse está latente. Lo bueno es que en cada espacio llegan peces distintos; mientras en el muelle esperaban por el pejerrey, del lado de la bahía salían bagres, así que no hay competencia, ya que la naturaleza los premia a todos, siempre y cuando tengan la paciencia de esperar.

Cuentan los pescadores que en algunos casos, se van sin peces, pero no con las manos vacías, ya que el solo hecho de estar ahí les deja una ganancia enorme en salud mental y terapia anti-stress, y debo decir que realmente es así, pues en esta visita mi intención nunca fue pescar, pero no regresé siendo la misma que entró en ese lugar, ya que logré hacerme de una buena porción de calma y una grata experiencia viendo la vida de estas personas, quienes disfrutan de lo simple, y eso los hace inmensamente felices.

One of the advantages of living near the sea is that you don't need to plan much to enjoy it, although the vast majority of those who live there don't take advantage of it. The same thing happens in other circumstances, when proximity makes us think we can always go, and we put it off day after day.

This is also the case for people who live near the Quilmes beach resort, who only visit on weekends, crowding the spaces between blankets on the grass, children taking advantage of the play areas, and the occasional street vendor settling in a corner. Although during the summer season it's a different story, as it's a break for those on vacation who can't afford a trip to the coast.

But on weekdays, the pace of the place is different, more peaceful, with many elderly people stationed on the pier and in the bay, armed with their rods and bait. Some bring a comfortable chair, a thermos, and cookies, and the desire to pass the time and enjoy fishing and tranquility.

Being there is like arriving at an oasis in the midst of chaos. You breathe in a delicious tranquility, without moving too far from home, to such an extent that you don't even need to go fishing to have a good time.

Many of them know each other, as they are regular visitors, and even share experiences, bait, and, why not, a nice slice of pizza when the afternoon comes to an end, since it is a place that is open to the public. Those who pay for membership stay in a protected area, although I doubt anyone would dare to do anything to them.

It may not be elegant, but honestly, being able to be there without having to consume anything, leaving your worries and negative thoughts behind, is a privilege that no expensive place can buy. In addition, if we sharpen our vision a little, we can witness the antics of the birds that lie in wait, hoping that a fisherman will throw away the fish scraps after washing and scaling them. Here, everything seems to be a win-win situation.

On the bay side, the younger and more daring fishermen gather, as the rocks there are loose and slippery, so there is a constant danger of falling. The good thing is that different fish arrive in each area; while they waited for silverside on the pier, catfish came out on the bay side, so there is no competition, as nature rewards them all, as long as they have the patience to wait.

Fishermen say that in some cases, they leave without fish, but not empty-handed, since just being there gives them enormous mental health benefits and anti-stress therapy, and I must say that this is really true. because on this visit, my intention was never to fish, but I did not return the same person who entered that place, as I managed to gain a good dose of calm and a pleasant experience seeing the lives of these people, who enjoy the simple things, and that makes them immensely happy.


Foto/Photo by: @mamaemigrante

Edición/Edited by @mamaemigrante using canva

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Me encantó cómo narraste esta experiencia. Es cierto lo que dices, muchas veces dejamos para después lo que tenemos a la mano, como si siempre hubiera tiempo, y al final no disfrutamos de esos pequeños tesoros. La manera en que describes a los pescadores me pareció entrañable, porque no solo van por los peces, sino por la compañía, la calma y la desconexión. Aquí en la Isla de Margarita hay varios lugares así, espero poder vivir una experiencia así.

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Este lugar queda a media hora de casa, y bastante que me insistían para ir, hasta que me hice un tiempo, cuadré con mi hijo grande para que fuera por su hermano a la escuela y me dí el chance de vivir la experiencia.
La verdad es sublime estar en un lugar así, pues te desconectas por completo.

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A mi me encanta el mar 🌊, ojalá y viviera cerca de él para deleitarme con sus maravillas todos los días del mundo, gracias por compartir tus experiencias

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Yo soy más de montañas, pero acá cerca no hay. En todo caso, estas escapadas son formidables también.

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Lindo lugar y excelente descripción. Me fascina ese espacio, propicio para relax. Es lo que me encanta de la vida acá. Todo tiene que ver con la naturaleza, lo espiritual, lo bohemio, la unión y el compartir familiar. Los pescadores son de otro mundo, porque ellos sueñan mientras están con el hilo en sus manos. Solo piensas e imaginan, qué se irá a colgar de su anzuelo y cuando se convierte en realidad, la sensación es mayor aún. Hermosas imágenes. Gracias por este gran regalo. Te cuento que, en mis mejores tiempos, yo pescaba con carrete en Higuerote. Y sacaba unos cazoncitos que ya te puedes imaginar su destino. Y era pesca en el mar. Mi tío materno y yo, nos íbamos a eso de las dos de la mañana a la orilla en Carenero, y yo con mi café y él con su ron pecho cuadrado, amanecíamos con un tobo regresábamos a casa para hacer el sancocho. ¡Qué tiempos aquellos me hiciste revivir! Gracias, amiga. Saludos y cariños.

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Pues pudieras volver a hacerlo en este lugar! La mayoría de los asiduos son jubilados, y tienen una camaradería formidable.

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Excelente manera de liberar el estrés, ciertamente hay ocasiones que nos esforzamos por ir a lugares caros, y no valoramos estos espacios naturales que te brindan paz, compañía y hasta un pez pueden te puedes llevar para la cena, 😊. Aquí en el Oriente es zona de pescadores, por lo que es común verlos en faena a diario. El lugar que nos muestras es hermoso, Saludos.

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Pescar es una terapia relajante, aunque es una práctica que debe gustarte ya que la paciencia es oro acá si uno quiere agarrar algún pescado y no regresar con las manos vacías, nunca he pescado en el mar, pero si he tenido la oportunidad que hacelo en lagunas, ríos y hasta presas, me he llevado mis pescaditos 😂

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🌊✨ Qué maravilla de relato, amiga @mamaemigrante 🙌. Me transportaste con tus palabras a ese muelle de Quilmes, sintiendo la brisa, la calma y hasta las conversaciones de los pescadores 🎣☀️. Aunque digas que fue un día de pesca “sin peces”, en realidad fue un día lleno de tesoros invisibles: tranquilidad, salud mental y momentos simples que son los que más valen 💙.

Me gustó mucho cómo describiste la convivencia entre los que van con caña, termo y galletitas, y cómo hasta los pájaros se suman a esa cadena de vida. 🐦🍃 Eso demuestra que la naturaleza siempre nos regala algo, aunque no sea lo que esperamos.

Leyéndote, no pude evitar reflexionar sobre mi propia historia. Yo soy de Puerto Cabello, Estado Carabobo, Venezuela, donde viví toda mi vida, y mi casa quedaba a solo 5 minutos de los ríos y del inmenso mar Caribe 🌊🇻🇪. Y, sin embargo, en aquel entonces apenas iba una vez al año, si acaso. Ahora que me encuentro en un lugar donde no tengo ni playa ni río cerca, ¡cuánto añoro y extraño esos momentos! Es increíble cómo muchas veces, cuando tenemos algo tan valioso al alcance, no lo aprovechamos, y solo cuando estamos lejos entendemos su verdadero valor 💭💙.

Gracias por compartir este pedacito de paz en medio de la semana, porque leerlo también es terapéutico 🙏. Que nunca falten esos espacios de desconexión que tanto bien nos hacen. Un abrazo grande y mis saludos siempre ✨💫.

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