Casimiro Von Sarcasmia, cronista del absurdo ordinario

Mi amigo @Ylich me invitó a crear mi cuenta en Hive, pero al ver que el proceso era tan sencillo: crear la cuenta, aprender HTML y Markdown, conocer las 1500 comunidades que hay, estar pendiente de cada regla en cada una de ellas, leer diez posts al día para interactuar con comentarios y votos, hacer traducciones al inglés, cuidar que no se vaya un cita sin su crédito, igual con las imágenes, el uso de las etiquetas, estar pendiente en no caer en la lista negra de @spaminator, o estar atento a que @hivewatchers no me agarre en un pelón de esos de no decir que un texto ya lo había publicado en otro lado, presentar una cuenta en otras redes sociales; además de entender que aquí hay tres monedas, como el Hive, HBD, Hive Power y otras más que están inventado..., decidí que mejor manejara él mis publicaciones, pues tan poco esfuerzo, bien puede hacerlo por un amigo.

Me dijo también que debía hacer mi presentación, algo que me encanta porque allí tiene uno la posibilidad de resaltar todas esas virtudes que a uno le sobran y que están a la vista de solo pocos privilegiados.

Así que empezaré por hablar de mi familia. A mi padre tengo mucho que agradecerle, pues me dio un apellido que obliga a todo el mundo a preguntarme por su origen y yo no sé qué responder, pues apenas salió de la jefatura civil donde me registró, le dijo a mi mamá que iba a comprar cigarros y hace 64 años que estamos esperando a que regrese, y a mi mamá no le dio tiempo de preguntarle de dónde era oriundo. Pero creemos que regresará pues andaba en cholas y al él no le gustaba ir muy lejos así. Por cierto, si buscan en internet el apellido, verán que hay tantos Von Sarcasmia, como delfines en el río Guaire.

Mi mamá era una santa. El único error de su vida fue haberse enamorado de aquel extranjero que se perdió borracho allá en Paria. Bueno, también fue un error llevárselo a vivir a casa. Quedar embarazada de él también fue un error. Quedarse esperando a que volviera, se puede considerar otro más. Esperar que su hijo fuera "alguien", dicen las malas lenguas, también lo fue. Afortunadamente, solo tuvo un hijo y por eso se le puede considerar una santa.

Así que chiquitico me vine a Caracas y esta ciudad me enamoró. Me volví caraqueño de corazón desde aquel día en que las mujeres de La Casa de la Gata me adoptaron y empezaron a contarme historias de la ciudad.

Mi pensamiento crítico lo desarrollé luego en las tertulias madrugadoras en la esquina del barrio, pero se elevó a niveles más altos en los cafés de Sabana Grande, donde recibí sabias orientaciones de intelectuales fracasados, borrachos profesionales, políticos en año sabático, las señoras que pedían dinero y, de manera destacada, de mesoneros y bármanes.

Me convertí en crítico luego de leer al escritor venezolano Otrova Gomas y conocer a su personaje "el lógico". Fu entonces que entendí mi verdadera vocación de escribir y que podía ser un crítico de pura esencia.

Como amante de esta ciudad que me acogió, decidí crear mis crónicas urbanas. @Ylich me sugirió publicar en la comunidad de Literatos, pero mis niveles literarios son tan altos, que probablemente opacaría el contenido de allí. Así que me limitaré a crónicas llanas y sencillas sin el parafraseo culto y las expresisones excelsas, rimbombantes de los letrados. Mis escritos los podrás encontrar en la comunidad La Colmena, donde tendrás que recorrer la lista infinita de publicaciones que hay allí...

¡Pronto les traeré mi primera crónica urbana!

Casimiro von Sarcasmia, cronista del absurdo ordinario.

Imagen de Casimiro generada con IA en https://copilot.microsoft.com/

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