Imagina por un momento que dentro de ti no hay una sola persona, sino tres. Tres versiones de ti mismo que toman el control en diferentes momentos: una que siente como el niño que fuiste, otra que repite los patrones de las figuras de autoridad que te criaron, y una tercera que analiza la realidad con ecuanimidad.

Esta no es una idea de ciencia ficción; es la base del Análisis Transaccional, una fascinante teoría psicológica que nos ayuda a descifrar el complejo mapa de nuestras relaciones y comportamientos.

Nuestra amiga Damarys, en un ejercicio de valentía y honestidad, nos ha abierto las puertas a sus Recovecos del mundo interior. A través de su relato, nos explica de forma detallada los estados del Yo como: el Yo Niño, el Yo Padre y el Yo Adulto. Su experiencia e invitación a realizar el ejercicio; es un espejo en el que muchos de nosotros podemos vernos reflejados. Acompáñame a explorar su viaje y, quizás, a iniciar el tuyo propio. Te dejo su post original:

Los Recovecos del mundo interior

Mi ejercicio y mis Recovecos en mi mundo interior:

Mis padres no estuvieron en ninguna de mis graduaciones de niña, adolescente ni adulta. Pero el tiempo nos prepara, y a la de mi hijo si fueron con mucho agrado.

En el fondo unos niños que no lograron disfrutar sus etapas como lo hubieran querido, pero que en el camino decidieron continuar con algunos días sin apreciar la vida, el respirar, existir y tener una oportunidad valiosa de ser felices, ya que en el camino también podemos decidir vivir sin rencor y avanzar. Por lo tanto, los acepto, los honro, los entiendo, pero no adopto sus conductas ni trato de cambiarlos.

Mi yo niño, creo que quedo en su etapa de niña, ya que no acostumbro a ser espontanea, a pesar de que admiro a quien lo es y le sale bien. Así como tampoco soy impulsiva, pensé que esa característica era de aquellos que son capaces de escuchar rápido y tomar acción inmediata, a veces me preguntaba porque yo no soy así medio impulsiva, aunque sea en un pequeño porcentaje, quizás esa reacción y acción, me podrían ayudar a vivir en este mundo tan voraz en el que regularmente me dicen, debes sacar las garras y mas cuando tienes hijos, esa es la única manera de que sobrevivas y saques provecho.

En ocasiones me veo en mi Yo padre, es un poco sobreprotector, pero no como ese que guarda en una burbuja de cristal a sus hijos o como el quiere tener la razón, sino como ese que quiere mostrarles el mundo, enseñarles a sus hijos como otros están en peores situaciones y aun así pueden y han logrado tener paz espiritual y monetaria.

Mi Yo padre, en ocasiones por tratar de hacerle ver a los hijos, que tenemos oportunidades cada día para hacer lo que realmente nos apasiona y no lo que otros quieren que seamos; se convierte en alguien que siente miedo a que pierdan el tiempo. El tan preciado tiempo que no regresa, el que da la razón a todos los procesos y el que gastamos como si fuera infinito.

Mi Yo adulto prevalece en mi ambiente de trabajo, soy docente y por lo tanto, ser ecuánime y tomar decisiones de forma calmada es el día a día. Sobre todo, cuando de hablar con representantes de los niños se trata.

Casualmente esta semana hemos tenido un tema de discusión en la escuela en todos los escenarios, el cual ha sido; la asignación de tareas para el hogar (un tema en boca de todos)

Así mismo, también tuvimos nuestras primeras reuniones de este año escolar 2025-2026 con los representantes. Y es tan importante lo que un docente dice y como lo dice a los padres de los niños, que somos capaces de crear un colapso y un estrés total en un hogar por no analizar y evalúa las situaciones para encontrar y dar respuestas informadas y acertadas, lo que nos lleva a no usar las palabras adecuadas para referirnos a determinados estudiantes y sus aspectos a mejorar.

Me sucedió entonces que termine mi reunión, y mis ex representantes del año pasado entraron a mi salón, aturdidos, alterados, dijeron que la nueva maestra de sus hijos asegura que sus hijos no sabían nada, no hacían nada en toda la mañana, y que tenían un pésimo comportamiento y pare de contar.

Pues me toco primero pedirles calma, que ellos más que nadie conoce a sus hijos, que es necesario conversar a parte con su nueva maestra y que es ella quien debe da aportes un poco más pedagógicos acerca de como mejorar el ambiente en su salón.

Conversamos un rato, recordé una vieja lectura que se titulaba, Lo que dijo la maestra de mi hijo; no sé si alguna vez lo han leído, se las recomiendo si están en esa situación. Por ello pienso que mi yo adulto siempre prevalece en mi lugar de trabajo.

Hasta aquí mi reflexión en este excelente ejercicio. Siempre es un gran aprendizaje participar y hacernos esa revisión interna.

Imágenes de mi propiedad, tomadas con mi Redmi 10A. Imagen de portada editada en canva.

English Version

Imagine for a moment that inside you there isn't just one person, but three. Three versions of yourself that take control at different times: one that feels like the child you once were, another that repeats the patterns of the authority figures who raised you, and a third that analyzes reality with equanimity.

This isn't a science fiction idea; it's the basis of Transactional Analysis, a fascinating psychological theory that helps us decipher the complex map of our relationships and behaviors.

Our friend Damarys, in an exercise of courage and honesty, has opened the doors to her Recesses of the Inner World. Through her story, she explains in detail the ego states: the Child Self, the Parent Self, and the Adult Self. Her experience and invitation to participate in the exercise are a mirror in which many of us can see ourselves reflected. Join me as I explore her journey and, perhaps, begin your own. Here's her original post:

The Hidden Places of the Inner World

My Exercise and My Inner World:

My parents were so difficult to talk to as a child, as a teenager, and as an adult. But time has taught us the importance of honoring our father and mother.

Enjoying the river with the grandchildren.

In essence, we become children again

Deep down, they were children who didn't get to enjoy their stages as they would have liked, but who along the way decided to continue, some days without appreciating life, breathing, existing, and having a valuable opportunity to be happy. Along the way, we can also decide to live without resentment and move forward. Therefore, I accept them, I honor them, I understand them, but I don't adopt their behaviors or try to change them.

My Child Self: I think I still left that scared little girl behind, as I'm not used to being spontaneous, although I admire those who are and succeed. I'm also not impulsive; I used to believe that trait was typical of those who know how to listen quickly and act immediately. Sometimes I wondered why I'm not as impulsive, even if it's just a small percentage. Perhaps that reaction and action could help me live in this greedy world where I'm constantly told, "You have to be strong, especially when you have children" Only then will you survive and thrive.

Sometimes I see myself in my parent self. He's a bit overprotective, but not as someone who keeps his children in a glass bubble or likes to be right, but as someone who wants to show them the world, to teach his children how others are in worse situations and yet can and have achieved spiritual and financial peace.

My parent self, sometimes, in trying to make my children see that we have opportunities every day to do what we're truly passionate about and not what others want us to be, becomes someone who fears them wasting time. That precious time that never comes back, the time that gives reason to all processes, and the time we spend as if it were infinite.

My adult self prevails in my work environment. I'm a teacher, and therefore, being even-tempered and making decisions calmly is my daily routine. Especially when it comes to speaking with children's representatives.

Coincidentally, this week we had a topic of discussion at school in all settings, which has been: Assigning homework (a topic on everyone's lips)

Likewise, we also had our first meetings of this 2025-2026 school year with the representatives. What a teacher says and how they say it to their children's parents is so important that we can create a total breakdown and stress in a home by not analyzing and evaluating situations to find and provide informed and accurate responses. This leads us to not use the right words to refer to certain students and their areas of need for improvement.

It so happened that I ended my meeting, and my former representatives from last year came into my classroom, stunned and upset. They said that their children's new teacher claimed their children knew nothing, didn't do anything all morning, and were behaving terribly, and so on.

So, first, I had to ask them to calm down, that they know their children better than anyone, that it's necessary to talk separately with their new teacher, and that she's the one who should provide a little more pedagogical input on how to improve the environment in their classroom.

We chatted for a while, and I remembered an old book titled What My Son's Teacher Said; I don't know if you've ever read it, but I recommend it if you're in that situation. That's why I think my adult self always prevails in my workplace.

This concludes my reflection on this excellent exercise. Participating and conducting this internal review is always a great learning experience.

Images my own, taken with my Redmi 10A. Cover image edited in Canva.