¿Y todo lo que has superado? Eso también cuenta

Hace un tiempo escuché una frase que se me quedó pegada como esas canciones que no puedes sacar de la cabeza: “No eres lo que logras, eres lo que superas”. Al principio me pareció interesante, nada más. Pero después de días, se fue instalando en mí como una verdad que uno no quiere aceptar del todo, porque choca con lo que hemos aprendido desde pequeños.

Vivimos en una cultura que celebra los logros, los títulos, las metas cumplidas, los resultados, por lo general las personas te conocerán como eso que socialmente destaca. Desde niños nos enseñan que hay que sacar buenas notas, luego hay que entrar a una buena universidad, conseguir un buen empleo, y así seguimos. Como si la vida fuera un checklist que no termina nunca. Y si por algún motivo no logras tachar un ítem, ya sientes que fallaste, que algo hiciste mal. Pero hay una realidad, nadie (o muy pocos) te preguntan cuántas veces caíste antes de lograrlo, ni mucho menos, cuántas veces te tuviste que levantar cuando parecía que no había salida, y seguro que de estos momentos hemos vivido todos.


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Imagen de DiegoEspaña | Pixabay

Hace poco hablaba con una amiga que está agotada. Tiene dos trabajos, un emprendimiento, y además cuida de su mamá. Todo el mundo le dice que es admirable, que cómo hace para rendir tanto, que es un gran ejemplo. Pero ella me confesó que por dentro se siente vacía, cansada de fingir que todo está bien. Porque por fuera se ve como una mujer que lo logra todo, pero nadie sabe cuánto le cuesta sostener esa imagen, debe ser sumamente agotador.

Y es que ahí está el detalle. Nos enseñaron que vale más lo que mostramos que lo que vivimos, y la verdad, no vale la pena tener una vida de máscaras. Aprendemos que hay que mostrar que se avanza, que se crece, que se triunfa, aunque por dentro nos estemos desmoronando (esto último no se muestra, pero a la vez, no permite muchas veces que busquemos ayuda). Y eso genera una presión que a veces ni notamos. Una presión que nos lleva a querer tener siempre más: más dinero, más títulos, más reconocimiento. Y al final, cuando los conseguimos, a veces ni los disfrutamos. Porque ya estamos pensando en el próximo paso, en el siguiente logro que hay que alcanzar, que hay que lucir.


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Imagen de Manolo13 | Pixabay

No nos olvidemos de disfrutar el paisaje

El problema de vivir así es que convertimos nuestra existencia en una especie de carrera que no tiene una meta. Corremos, corremos, y corremos, pero no sabemos bien hacia dónde. Nos olvidamos de mirar el paisaje, de disfrutar el camino. Por ejemplo, cuando alguien empieza a hacer ejercicio para mejorar su salud, muchas veces se frustra porque no ve resultados rápidos. Y en lugar de disfrutar que su cuerpo está cambiando, que se siente con más energía, que duerme mejor, se obsesiona con el número en la balanza. Y si ese número no cambia como espera, siente que fracasó. ¿Y todo lo que superó para levantarse cada día y entrenar o para hacerlo después de llegar del trabajo? ¿Eso no cuenta?

Lo mismo pasa con quienes deciden cambiar de carrera o empezar de nuevo después de un divorcio. Desde fuera, la gente solo verá si lograron “rehacer su vida” o si encontraron un nuevo trabajo, pero no verán el duelo, el miedo, las noches sin dormir, ni los pensamientos oscuros que enfrentaron para salir adelante. Y sin embargo, eso es lo que verdaderamente los define, porque a partir de ese proceso complicado, al superarlo, es que se hacen más fuertes.


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Imagen de VillegasProducciones | Pixabay

Es que no somos lo que colgamos en una pared ni lo que publicamos en redes sociales. Somos las veces que nos rompimos y nos reconstruimos. Las veces que nadie aplaudió, pero igual seguimos. Las veces que tuvimos miedo y aun así avanzamos. Y quiero compartir una opinión personal, creo que ser feliz, en realidad, no debería medirse por cuántas metas cumplimos, sino por la paz que sentimos al final del día, por saber que somos coherentes con lo que somos, y no precisamente con lo que se espera que seamos, intentar cumplir con lo social nos puede llevar a un matadero de cabeza en el que nunca seremos felices.

Esta es la razón principal por la que poco uso redes sociales, además de que por lo general hay mucha falsedad en ellas, perfiero mantener mi mente en cosas más constructivas. En lectura que me deje cosas más beneficiosas o, simplemente, en disfrutar el momento presente, aunque confieso que no siempre es fácil, que no siempre lo logro y a veces me desvío hacia el futuro (o al pasado), al menos hago el intento de estar en el presente y de irme superando a mi mismo y no comparándome.

Por aquí les dejo un mensaje final: la próxima vez que te sientas presionado por “no haber logrado lo suficiente”, piensa en todo lo que has superado hasta hoy. Tal vez ahí, justo ahí, esta nuestra verdadera grandeza.




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Hola. Es un mensaje poderoso y tan necesario el que nos compartes. Me identifico muchísimo con cada una de tus palabras. Y estoy totalmente de acuerdo contigo que son esas veces que nos rompimos y que logramos reconstruirnos, con un esfuerzo silencioso que nadie vio y que nadie aplaudió pero que igualmente nos hizo seguir adelante. Sin olvidar sobre todo esos momentos de miedo, pero que, aun así, decidimos seguir avanzando. Siento que esa es la verdadera muestra de nuestra grandeza, y a veces, en el ajetreo del día a día, lo olvidamos.

Ese vínculo de quienes somos, más allá de lo que la sociedad espera de nosotros, creo que es el camino hacia nuestra propia libertad, autenticidad y de una verdadera felicidad.

Gracias por este recordatorio tan valioso. Saludos.👋
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A veces nos ponemos a ver resultados, y peor aún, compararnos, cada quien tiene un proceso, una realidad, y cada uno experimenta dificultades diferentes, o tal vez sean similares dificultades, pero la individualidad de cada uno de nosotros es lo que hace que experimentemos de manera diferente mismo evento.
De verdad pienso que si queremos dar un vistazo a lo vivido sea para reconocer lo que hemos aprendido, lo que hemos avanzado, sino, no tiene mucho sentido.
Gracias por el comentario.

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Tremenda reflexión, me parece valioso todo lo que has acotado aquí, porque detrás de cada éxito, hay noches sin dormir, deseos de abandonar, cambio de actividad, críticas recibidas, que muchas veces empañan los logros, pero que no se muestran, sin embargo están allí haciendo de las suyas.

Saludos cordiales.

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Estos días he estado pensando, recordando cosas que pasaron hasta llegar al punto de relativo equilibrio, y en general se tiende a ver es el resultado, pero lo que hace que uno pueda mantener el resultado es el camino que ya traído a uno hasta donde está.
Gracias por el comentario.

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