Cuando el trabajo gusta, pero el equilibrio también importa
Espero que su semana vaya avanzando de la mejor manera, la mía va bien, un tanto ajetreada, con muchísimo trabajo, con poco tiempo para actividades como la escritura, pero bien.
Llegamos al último mes del año, empiezan las evaluaciones de lo que hemos hecho en estos últimos meses, y es una revisión necesaria, porque hemos podido a lo largo de este año concretar algunos proyectos, empezar otros, e incluso dejar de lado algunas propuestas que nos hicimos para dar pie a otras que nos sumarían más que las que en principio queríamos hacer, y eso está bien.

Los análisis de nuestras andanzas en este 2025 nos pueden hacer caer en cuenta de que nos propusimos algunas cosas sin sentido incluso, y nos sirven de experiencia para este próximo año, es así como nos damos cuenta de que nunca debemos dejar de aprender, porque si lo hacemos, nos podríamos estancar o, incluso, hacernos daño al no asumir que cometimos errores al proyectarnos de una manera que nos exigió de más, y por un camino que no nos llevaría a ningún lado, al menos no a un lado saludable.
Precisamente estos días he estado pensando en el hecho de que no dejaría que el trabajo me absorbiera tanto tiempo de mi vida, y en las últimas semanas he estado dedicando muchas más horas al trabajo de lo que había en principio planificado, pero hay un detalle, es que disfruto mi trabajo, y esto hace que dedique muchísimo tiempo y que me comprometa con cosas que en principio no habría querido, pero que terminan dejándome una sensación de bienestar agradable, entonces, cuando el trabajo deja de serlo, nos genera más placeres que obligaciones.

Sin embargo, también he entendido que disfrutar lo que hacemos no debe confundirse con olvidarnos de nosotros mismos. Incluso aquello que nos apasiona puede convertirse en una carga si no sabemos poner pausas, si no aprendemos a escuchar el cansancio del cuerpo y de la mente. A veces creemos que porque algo nos gusta podemos hacerlo sin límites, y tengo claro que no es así, porque tenemos límites, al final, si no paramos conscientemente, el cuerpo termina por hacernos el de ido llamado de atención.
El equilibro no se trata de un lujo, sino más bien una necesidad, y no debemos dejar de lado el cuidarnos, eso no debemos olvidarlo nunca.
Ya estando en el último mes del año, que siempre solemos disfrutar, es importante que podamos vernos y analizarnos desde la honestidad con nosotros mismos, y no nos castiguemos, no se trata de eso, pero tampoco debemos justificar todo, porque no estaríamos haciendo nada.

Seguramente hemos logrado cosas durante este año, y eso es importante reconocerlo, pero debemos reconocer los errores que cometimos en el proceso, ¿tomamos alguna decisión impulsiva que nos generó consecuencias que nos costaron paz mental? ¿qué cosas nos paralizaron por miedo o por comodidad? Toda experiencia nos puede dejar algo importante, sobre todo esas que nos generaron incomodidad, y es importante que veamos todo desde la posibilidad de aprender, porque sin lugar a dudas, no somos la misma persona que éramos en enero.
Pienso que vale la pena que nos analicemos, que saquemos lo mejor que podamos de este año que ya está por terminar y que vayamos a un próximo con mejor disposición. Nos quedan algunos días de este 2025, de este mes que siempre trae sus matices, para algunos es de disfrute, para otro es de extrañar a seres queridos, y hay quienes hacen sus evaluaciones y se sienten mal, de todo hay, de todo pasa.

La mente es un mundo complejo, lo que para algunas personas es bueno puede que para otros no lo sea, aun así, debemos agradecer que estamos aquí, que llegamos a final de año con nuevos aprendizajes, y que tenemos una nueva oportunidad de hacer las cosas mejor.
Quería comprar está reflexión con quién guste leer esta publicación, se que ha sido un año con complejidades, pero es que la vida es así, vamos superando cada vez más cosas, y debemos tener la mente abierta para sacar lo mejor de lo vivido, agradecer y seguir.
Pienso que vale la pena preguntarnos no solo qué hicimos, sino cómo nos sentimos en el proceso, porque a veces nos centrarnos en hacer por encima de ser, de sentir, y no podemos olvidarnos de que somos humanos, no maquinas. Que sirva está reflexión, que tengan un bonito día, un bonito mes de diciembre.
